José María Carabante | 18 de septiembre de 2021
Fernando Savater es, ante todo, un hombre libre. Libre es quien hace y dice siempre lo que quiere, sin miedo a los grises, ni a los anatemas, sin hacer la pelota a quien manda, sin autocensuras ni temor a los boicots.
Para Fernando Savater, vivir es leer. Y, como Borges, siente más placer leyendo que escribiendo. De hecho, siempre ha contado que si escribe es, sobre todo, para poder leer, que el articulismo o el ensayo -aunque también es autor de novelas y obras de teatro- constituyen, en realidad, excusas para hacer lo que realmente le gusta: tumbarse con un buen libro entre las manos.
Si hay que admirar a Savater no es por su fina inteligencia, su ironía o el enciclopedismo literario que le permite sazonar sus textos con referencias, mitos y personajes. Tampoco hay que fijarse en su pasión por la cultura oceánica, donde caben Aristóteles y King Kong, Flaubert y sus queridos tebeos. Lo importante para comprenderle es tener en cuenta el gozo existencial, el hedonismo que es connatural a su persona, de modo que ni los libros, ni el cine, ni los museos o los viajes son una obligación, sino oportunidades para pasarlo bien que él disfruta tanto como un niño que ve por primera vez el arco iris.
A raíz de la muerte de su mujer, el mundo se le ha nublado. Lo explica en La peor parte. Memorias de amor. Y, aunque no se hace ilusiones y sabe que el desconsuelo hay veces que no puede mitigarse, pasa su pena entre amigos -los libros-, con quienes el quebranto parece más llevadero.
Savater, que ha enseñado ética a generaciones y generaciones de españoles -su libro Ética para Amador sigue estando en las librerías-, es, ante todo, un hombre libre. Libre es quien hace y dice siempre lo que quiere, sin miedo a los grises, ni a los anatemas, sin hacer la pelota a quien manda, sin autocensuras ni temor a los boicots. Ni siquiera las pistolas han evitado que levantara la voz contra la imbecilidad.
Para alguien como él, pues, este cuestionario puede resultar impertinente. En efecto, a nadie se le pregunta cómo respira, ni cuáles son sus hábitos para seguir haciéndolo. Desde este punto de vista debería empezar a pensar que lo extraño, en verdad, es no leer. Y que a nadie se le impone el paraíso. Quien se decide a vivir sin leer es como un hombre aburrido que se obceca con no salir de casa. Él se lo pierde.
Dos libros imprescindibles:
No hay dos libros imprescindibles para todo el mundo, del mismo modo que no hay dos medicinas que todos deben tomar o dos paisajes que todos deben ver. En el reino de la libertad nada es imprescindible ni obligatorio, cada cual debe descubrir lo que le es necesario.
Ahora mismo estoy leyendo…
Ahora leo la biografía novelada de Philip K. Dick por Carrere y una antología de Weird Tales preparada por Paco Arellano.
¿Cuándo lee? ¿Mañana, tarde, madrugada? ¿Dónde?
Leo por la mañana, por la tarde y por la noche, porque siempre tengo varios libros en curso de lectura. Como regla general, ficción en la cama y ensayo en el sillón.
El libro ¿objeto sagrado o de uso? Es decir, ¿anota, subraya o los deja impolutos?
El libro es un objeto de uso, naturalmente. Sólo vive y resplandece si se le usa, o sea si es leído. Si se lo atesora o colecciona por su edad o impresión, deja de servir o de liberar.
Nunca ha podido terminar (indíquese) o le parece sobrevalorado…
Hay muchos libros que no he querido terminar ( cuando quiero, termino cualquiera) Por ejemplo, no he intentado acabar En busca del tiempo perdido de Proust. Me he limitado a picotearlo. ¿Sobrevalorados? También muchos: El hombre unidimensional del pelmazo de Robert Musil.
¿Cuál cree que es la mejor forma de promocionar la lectura? ¿Cuál cree que es la peor forma de hacerlo?
Yo no soy un misionero de la lectura. El mundo está lleno de imbéciles que no quieren leer. Bueno, peor para ellos. El amor a la lectura no se enseña sino que se contagia a quien uno ama.
¿Clásico o moderno? Es decir, ¿De librería y papel? ¿O de Amazon y libro electrónico?
No sé, que cada cual se las arregle como pueda. Yo utilizo Amazon para pedir libros en papel a diferentes librerías.
Documental: Fernando Savater, ahora que lo pienso. Imprescindibles de La 2.
Billy Budd, de Herman Melville, retrata la inocencia, la herida que deja en el alma la envidia y el conflicto insalvable entre el bien radical y el mal taimado.
T. S. Eliot es un clásico contemporáneo. La repercusión interior que tiene su poesía así lo atestigua.